¿Qué se necesita para vivir el sueño americano?
Gilvan Angelini tiene la respuesta. Le dirá que es una obra de amor que dura toda la vida, mezclada con sangre, sudor, lágrimas y un empuje inigualable para lograr el éxito.
En los inicios de su carrera, Angelini tenía un fuerte impulso para lograr más que su vida en Brasil. “Lo único que se interpone entre el lugar en el que estás y el lugar donde quieres estar eres tú”, explica. “Puedes inventar un montón de excusas, pero, a la larga, las excusas se desvanecen y solo quedas tú como la única excusa para no cambiar nada en tu vida”.
En 1989, fue amor a primera vista cuando Angelini trabajaba para una división de un banco en Brasil que construía componentes. “Para mí, ver cómo se fabricaban los componentes era una locura”, recuerda. “Había tanta tecnología junta al mismo tiempo”.
Más adelante, después de trabajar como técnico de reparación en PHT Technologies, Angelini decidió asistir a la Escuela de Ingeniería de Sorocaba (FACENS) en Brasil. Trabajó incansablemente para pagar la universidad y mantener a su joven familia. Poco después de graduarse, comenzó a trabajar como ingeniero de desarrollo y, luego, como ingeniero de producto. Finalmente, cayó en la cuenta de que, a pesar de su respetable sueldo, su carrera no lo estaba llevando hacia donde quería ir.
Angelini consiguió un trabajo en el área de compras del fabricante italiano de componentes Magneti Marelli y trabajó allí durante dos años, hasta que recibió una oferta de Baron Electronics, con sede en Miami, para un puesto en el área de ventas. Se sumergió de lleno en las ventas con el mismo fervor que lo impulsa a buscar el éxito.
Para 1997, los negocios en Brasil iban mal y las ventas se agotaron. Después de una serie de entrevistas infructuosas, Angelini tuvo una revelación. “Me dije: ¡ya es suficiente! Tengo algunos amigos en los Estados Unidos; probaré suerte allí”, recuerda. “Lo que sea que tenga que hacer, lo haré”.
En agosto de 1998, una semana después de tomar la decisión de irse a Estados Unidos, y con tan solo un puñado de palabras en inglés en su haber, Angelini le sacó el jugo a su visa de trabajo de seis meses. Viajó por Nueva York y Connecticut y trabajó en construcción, paisajismo, restaurantes y otras áreas, mientras su esposa Claudia y su pequeño hijo Lucas permanecían en Brasil. En noviembre de 1988, comenzó a trabajar en el área de ventas de Island Circuits, un distribuidor de componentes electrónicos con sede en Long Island.
Island Circuits lo patrocinó para obtener su visa de trabajo, algo por lo que les está muy agradecido hasta el día de hoy. Durante su paso por la empresa, Angelini cultivó amistades para toda la vida que lo pusieron en el camino hacia el éxito.
En su primer año en los Estados Unidos, vio cómo el sueño comenzaba a tomar forma. Una gran escasez en la industria le permitió a Angelini pagar un depósito para una casa y traer a su familia de Brasil. “Vender componentes para Island Circuits me llevó a un punto en el que creí que podía hacer esto”, comenta Angelini.
Pero en 2002, después de que no se concretara una asociación que le habían prometido, creó su propia compañía con su colega y amigo Andreas Spathis. Juntos, fundaron AGS Devices, que significa American Global Sourcing (abastecimiento global estadounidense).
“Comenzamos el negocio en el garaje de Andy”, recuerda Angelini. “Teníamos dos escritorios y negocios esporádicos. Era un salto al vacío, pero no había venido aquí para fracasar”. Los dos socios trabajaron con grandes fabricantes como Samsung, LG y Foxconn, principalmente dentro de la zona de libre comercio del Amazonas en Brasil.
En 2012, después de una década de altibajos, los socios acordaron ir por caminos separados y Angelini compró la compañía. En febrero de 2014, después de visitar amigos en Naples, Florida, Angelini puso su mirada en el sur. Fiel a su estilo, una vez que tomó la decisión de mudarse, lo hizo rápidamente. En junio de 2014, la compañía encontró un nuevo hogar en Bonita Springs, Florida.
AGS Devices comenzó con un staff de cinco miembros en la oficina de Bonita Springs. Entre ellos se encontraba la esposa de Angelini, Claudia, que administraba las cuentas por pagar y por cobrar, y se encargaba de las tareas diarias requeridas para administrar una oficina. Su hijo mayor, Lucas, se unió al equipo y rápidamente adquirió experiencia en el manejo de los productos en el almacén.
“Lucas es mi hombre de confianza”, comenta Angelini. “Entiende lo que se requiere para administrar el negocio y, actualmente, maneja el personal, la calidad, la recepción, la expedición, el almacenamiento, la compra de equipos para inspección de calidad, las certificaciones y el software de CRM. Está involucrado en todos los aspectos del negocio”.
El ambiente en AGS es amistoso, pero enfocado: Angelini quiere que sus empleados también tengan éxito. Proporciona incentivos a los departamentos de expedición y recepción en forma de comisiones sobre el inventario vendido. Es imperativo comprender claramente las expectativas de los empleados y mantener el compromiso con sus tareas.
Los objetivos últimos son complacer a los clientes y hacer lo correcto en cada situación. La humildad y la profesionalidad no son negociables, al igual que el compromiso de AGS con la calidad. Estas características es lo que hace que los clientes vuelvan una y otra vez.
“Tienes que ser honrado, transparente y estar obsesionado con hacer lo correcto”, explica Angelini. “No se trata de lo que es correcto para ti o para mí, sino lo que es correcto siempre. Tu honestidad debe ser universal”.
Muy lejos de la startup que alguna vez fue, hoy AGS cuenta con una oficina y un almacén en Brasil, 30 empleados en su oficina/almacén de Florida y una sucursal en Hong Kong. Angelini también tiene en vistas contratar a un representante de ventas en Europa.
El camino al éxito se fue construyendo a costa de objetivos claros, esfuerzo y un empeño por lograr el éxito que supera a los demás. “Tienes que estar obsesionado para tener éxito”, explica Angelini. “Si no eres constante con lo que haces, no vas a conseguir lo que quieres. Tienes que esforzarte más que todos los demás”.